“El rey Lear murió en Moscú”, Yiddish Horizon


Un momento del espectáculo
"Y nos reiremos de las mariposas doradas". Así, el Rey Lear, a dos pasos del abismo. Cordelia ha muerto. Su Cordelia. Y se encuentra solo una vez más, por unos instantes, en un mundo inestable. Que no ha podido leer. Lear es una tragedia compleja. Cinco actos de conspiraciones entrelazadas en la Corte de Gran Bretaña, un polvorín desde que el anciano líder decidió abdicar y dividir su reino entre sus tres hijas: Goneril, Regan y Cordelia. Solo para hacerlo, pensó en proponer un juego un poco tonto: cada una recibirá territorios según el amor que demuestre hacia su padre. Cordelia se niega y es desterrada. Pero los acontecimientos posteriores y la guerra abrirán dolorosamente los ojos del soberano. Una parábola desesperada. Humana, demasiado humana. Mientras razonamos sobre el poder, el amor filial, la locura y cómo las palabras pueden seducir. Esta es la tradición shakespeariana. Pero ¿y si todo se repensara en un horizonte yidis? Eso es lo que Solomon Michoels y Venjamin Zuskin intentaron hacer en Goset , el gran Teatro Judío de Moscú . Loco y maravilloso. En la Unión Soviética de posguerra. Antes de que su aventura fuera aplastada por la violencia estalinista .
Como cuenta César Brie en "El Rey Lear ha muerto en Moscú", desde hoy hasta el 15 de junio en la Sala Fassbinder dell'Elfo Puccini . Escrita en colaboración con Leonardo Ceccanti (pero con contribuciones de todo el conjunto), presenta a los mismos autores en escena con Eugeniu Cornitel, Davide De Togni, Anna Vittoria Ferri, Tommaso Pioli, Annalesi Secco, Laura Taddeo y Alessandro Treccani. Nueve intérpretes.
Para dar vida a este sueño de un teatro de arte hecho de canciones, bailes, poemas y colores. Una página olvidada de la historia. Donde resurge la sangrienta censura soviética. En el escenario, los personajes del Rey Lear se entrelazan con las pinturas de Chagall .
Diego Vincenti
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Il Giorno